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¿Celebrar el día del Medio Ambiente?

  • Alejandro Aguilar Fernández
  • 1 jun 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 29 nov 2021

Por Alejandro Aguilar Fernández



Lejos estamos de la otrora Verde Huasteca, lugar donde el juego del verde y los muliti tonos turquesas alimentaban de humedad y vida la tierra y los cuerpos de agua, generando así un delicado y robusto equilibrio natural que generaba vida, literal, el Edén en esta tierra maravillosa…


Hoy estamos ante un panorama diferente del que nuestros abuelos platican, las torrenciales lluvias de mayo simplemente se fueron, los huracanes de septiembre hoy ni sus luces y ante ello, esta hermosa región ha visto pasar tres generaciones, que simplemente no hicimos absolutamente nada por proteger nuestros recursos, le quedamos a deber a nuestra Madre Tierra y hoy, nosotros, nuestros hijos y nietos estamos apenas atisbando la punta del iceberg de lo que se nos puede venir… una catástrofe ambiental, y qué podemos hacer? Numerosas publicaciones han marcado el año del 2031 como el punto de no retorno, es decir en diez años el planeta llegará al punto que lo que hagamos será insuficiente para resarcir el daño ecológico que le hemos causado.


El Valle de Oxitipa, el Tantocob de ayer, el lugar de nubes que, gracias a la maravilla orográfica de Tanchipa al oriente, la sierra de Tamasopo, Aquismón y Xilitla al oriente y sur respectivamente, de manera literal atrapaban la humedad que llegaba con los vientos del Golfo de México y condensaba en forma de lluvia el agua que alimentaba nuestros cauces y daba vida a esta fértil región, hogar de miles de especies, de una riqueza incalculable en cuanto a biodiversidad… y qué pasó? monocultivos, ganadería extensiva, tala inmoderada, nula planeación en los asentamientos humanos y precarias políticas ambientales que permitieron y permiten hasta hoy cambios de uso de suelo, prácticas de agricultura en lugares con pendientes que propician la erosión, saqueo indiscriminado de todo tipo de plantas de gran valor biológico como ejemplo, las orquídeas, aún hoy en los tianguis dominicales podemos apreciar el saqueo y venta a plena luz de especies que deberían conservarse, tráfico de animales como el loro cabeza amarilla, guacamayas, ocofaisanes, no se diga la caza furtiva de venados, puma, jaguares y cuanta cosa se mueva, todo frente a nuestras narices, contaminación de nuestros ríos provocada por las dos o tres industrias de la región que funcionaron y aún funcionan bajo una impunidad contra la que hoy seguimos, pareciera que ante los problemas ambientales hemos detenido el tiempo y seguimos en los años setentas, hoy podemos seguir enumerando los mismos problemas de antaño y obviamente habría que sumarle que cada comunidad a lo largo y ancho de la huasteca potosina ha crecido y demográficamente su población se ha duplicado y obviamente afirmo con certeza que el 90% de los cuerpos de agua que recorren las superficies de nuestros municipios huastecos, están contaminados con los desechos de los drenajes directos a los afluentes, solo algunos municipios cuentan con plantas tratadoras y sin ser demasiado alarmista agreguemos a este coctel ecocida el mal manejo de los desechos sólidos presente en todos los municipios de la región y la cereza del coctel sería la apatía de cada uno de nosotros que día a día seguimos abonando saldo negativo a nuestro delicado equilibrio ecológico.


¿Y qué necesitamos? Simplemente replantearnos cada uno de nosotros la necesidad de proteger nuestra entorno, de proteger nuestro patrimonio biológico, no solo por la moda del turismo y la sustentabilidad, sino simplemente que es el lugar donde vivimos, nuestra casa, y es lo único que heredaremos a nuestros hijos, creo que no todo está perdido, cada vez hay más voces que reclaman y presionan a las autoridades ambientales a poner fin a la apatía de la aplicación de las leyes, que ya están allí, escritas, reglamentos finamente pulidos por nuestros abogados, artículos que señalan uno a uno, qué NO y que SÍ debemos hacer en materia ambiental, es urgente el trabajo de la sociedad asumiendo las responsabilidades y obligaciones que como ciudadanos tenemos, a esto debemos sumarle no cejar en la educación ambiental ya que nuestros jóvenes y niños invariablemente tomarán la estafeta y serán los guardianes de lo mucho o poco que hoy podamos rescatar y espero que en unos años podamos saltar, nadar y beber en las cristalinas aguas de nuestros ríos como lo hicieron nuestros antepasados, lo cual sería el premio a la tarea bien hecha que hoy aún tenemos pendiente de hacer.

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